Principios de la filosofía
La filosofía surge distinguiéndose de las viejas historias de los poetas sobre los dioses.
Nace en un ámbito político innovador, el de las colonias griegas, distanciado
ya en alguna medida de la tradición, tanto por sus intercambios comerciales,
que permitieron a los milesios conocer otras culturas y religiones de su entorno,
como por la fundación relativamente nueva de sus instituciones políticas y religiosas,
aunque estas se establecieran imitando las de la antigua polis.
La filosofía supone, en cualquier caso, la confianza en un orden impersonal
del mundo ajeno a los dioses. Este no estaría regido, pues, por voluntades desconocidas e
invisibles, sino por una ley y una justicia que puede ser esclarecida por la
inteligencia y el logos humano.
No es casual, por otro lado, que el origen de la filosofía vaya también unido a la
instauración de los primeros regímenes políticos- es decir, regidos por leyes escritas-
e incluso, posteriormente, democráticos: al capricho de los poderosos sucede el imperio
de una ley por encima de todo designio individual.
No sería la arbitrariedad de las fuerzas divinas, sino una ley común al
todo lo que gobierna las cosas, proclaman estos primeros físicos milesios -así los nombró Aristóteles,
el primero que escribió una especie de historia de la filosofía antigua.
Un principio o dominio impersonal, pues, arché: el agua de Tales;
o el aire de Anaxímenes que, mediante rarefacción u condensación, forma todas las cosas;
o lo ilimitado(to apeirón), de Anaximándro, en lo que todo surge,
también el aire y el agua, y en lo que todo perece. (0)
La religión y la política de los griegos
Gran parte de la religiosidad griega de la época clásica(siglo VI-IV) tenía carácter cívico.
Los dioses eran protectores de las polis.
Los dioses eran, por otro lado, impredecibles para los mortales, su voluntad inaccesible.
En vez de una religión de fe se trataba, además, de una religión de mitos, de historias divulgadas
por algunos poetas, que, sin que fuera necesario creerlos literalmente, muestran la trama y el
pasado del mundo divino a sus oyentes. Al no ser necesario- por no existir dogma ni institución
entre los griegos que establezca una doctrina única -, tomarlos al pie de la letra, se convierten
pronto en objeto de crítica, de ironía. Eso no significa que se deje de creer en los dioses, sólo
que no se confía del todo en la imagen - plural, por otro lado- que de ellos dan las narraciones
poéticas. La censura a la visión homérica y hesiódica de los divino tiene mucho que ver con la
historia de la filosofía griega. ¿Cómo son realmente los dioses? ¿Cuál es su verdadero ser?
Filósofos como Jenófanes, Empédocles, Heráclito, incluso Parménides, se preguntan por ello.
En la religión griega, pues, no todo gira en torno a si se cree o no en los hechos y decretos
de los dioses, sino, si lo que uno cree, pone o no en peligro el orden político, la estructura de
la polis. De ahí que Platón no tuviese reparo alguno posteriormente en sus obras políticas de
corregir severamente a los poetas religiosos por haber dado una imagen de los dioses
claramente inmoral y frivola que, en su opinión, había fomentado la corrupción de la polis.
La diversidad de este orden político será, por otro lado, típico de las ciudades griegas,
diferenciándose, esencialmente, entre aristocráticas y democráticas, según sean las minorías
poderosas las que la gobiernen, o el demos, el pueblo en su conjunto.
En la democracia la norma suprema de la polis ha de ser la isonomía, la igualdad ante la ley.
(0)
Los Jonios, la Materia.
Hacia el año 1.100 a. Xto. los griegos comenzaron a fundar colonias en Jonia,
costa oriental del Mar Egeo (actual Turquía). Cinco siglos más tarde, por del
año 580 A. C., unos griegos de Jonia inician la ciencia y la filosofía.
Durante esos cinco siglos, los griegos desarrollaron sus competencias
olímpicas, comenzaron a construir con piedra, hicieron esculturas independientes
de los edificios, avanzaron en su cerámica y su música, y el genial Homero les
abrió el camino de la poesía. Si la epopeya de Homero era el canto a un mundo
heroico y aristocrático, la de Hesíodo, agricultor de los campos de Beocia, era
campesina. Después floreció la lírica con diversas modalidades, diversos metros
y en diversos lugares: Tirteo es poeta de la valentía guerrera en Esparta;
Mimnermo de Colofón revela el espíritu voluptuoso de Jonia; la canción subjetiva
tiene como centro geográfico la isla de Lesbos donde están Alceo y Safo. Alceo
dice que la concha marina "es hija de la piedra y del mar". Así pues, cuando
comienza la ciencia y la filosofía, por temprano que sea en la historia, ya
Grecia tiene una cultura digna de respeto y Solón que también era poeta está
introduciendo sus geniales reformas sociales y políticas en Atenas.
Sigue siendo sorprendente, sin embargo, que, entonces, unos griegos de Jonia
comenzaran a hacerse preguntas hasta entonces no acostumbradas . Ante sí tenían
otros hombres, parecidos pero diferentes, animales de tierra, animales del aire,
animales del mar, plantas de diferentes formas, piedras, montañas, vientos,
olas, estrellas que giraban, días y noches que se sucedían; unas cosas parecían
durar, otras desaparecían, otras se destruían entre sí. Se preguntaron: ¿Qué
explicación podemos dar de todo esto? Aristóteles, refiriéndose a ellos, dice
que buscaron la arjé de las cosas; traduzcamos: "el principio las cosas",
donde lo temporal de la palabra principio se transforma en lo que constituye las
cosas, lo que hace que las cosas sean lo que son.
En la ciudad de Mileto, un señor a quien conocemos por el nombre Tales
(640 a.Xto. - 546 a.Xto.) consideró que la pregunta más importante a responder era ¿de
qué están hechas todas estas cosas? Llegó a convencerse de que la
respuesta no podía estar en la pluralidad. A pesar del caos aparente, tiene que
existir algo que es común a todo, da permanencia a todo y da unidad al todo.
Algo subyacente, discernible por la razón aunque no por los sentidos.
Una materia común que perdura a pesar de los aparentes cambios y que explica
esos cambios. Tales de Mileto creyó que esa "sub-stancia", eso que está como
debajo de todo, era el agua o la humedad.
Lo del agua o la humedad habla del estado de la ciencia de aquel inicio. Para
el pensamiento filosófico importa mucho más lo otro: el entendimiento de que
tiene que haber algo común y permanente; sin ello el mundo no tendría
sentido.
"Lo que constituye el mérito histórico del milesio es
el concepto de
principio originario de todo ser, concepto que fue él el primero en ver y
definir." (1)
Anaximandro (610 a.Xto.- 547 a.Xto.) y Anaxímenes (585 a.Xto.- 528 a.Xto.), ambos también de
Mileto y discípulos de Tales, pensaron igualmente que la pregunta fundamental
era ¿de qué están hechas todas estas cosas? e igualmente respondieron con
una materia común, perdurable y unificadora.
Anaximandro trata de poner orden y clasificar las cosas, y observa que
hay cosas como opuestas a otras, como en guerra con otras; la oposición primaria
se da entre lo caliente y lo frío, entre lo seco y lo húmedo. A veces ganan
unos, a veces otros. (Probablemente Anaximandro no distinguía todavía entre el
"estado" de una cosa, digamos caliente, y la cosa misma). Piensa que ni lo
caliente, ni lo frío, ni lo seco, ni lo húmedo, podría ser la substancia
primaria del universo. No podía ser el agua o la humedad, como había dicho
Tales, porque la humedad no engendra fuego, más bien lo apaga. Entonces, la
arjé de las cosas, el principio de las cosas tiene que ser una masa
indiferenciada (ni caliente, ni fría, ni seca, ni húmeda) de enorme extensión en
la que los elementos antagónicos estaban sólo de un modo latente o potencial.
Llamaba a esta masa apeiron, lo indeterminado.
Para Anaxímenes la substancia primaria era el "aire" (en griego
aer que en aquel tiempo decía aire, vaho o niebla). En su estado natural
es la atmósfera invisible; pero puede condensarse en niebla y agua, y aun en
substancias sólidas. El "aire" en su forma más pura y más enrarecida era el
elemento de la vida. Este elemento está aprisionado en el cuerpo de todo animal
y de todo ser humano, es su alma.
Un discípulo decía: el alma es "una pequeña parte del dios", entendiendo por
"dios" el universo. Si el aire en su forma más enrarecida es la vida y es el
alma de los vivientes, y si el alma es parte del dios-universo, el universo
seguía siendo para estos filósofos un ser viviente muestra de
pensamiento pre-racional del que aún no logran separarse enteramente. Es curioso
observar cómo estos hombres que por primera vez pretenden explicarse el mundo en
que viven con sólo el instrumento de su razón, al enfrentarse al fenómeno de la
vida, como que no pueden con él y vuelven a respuestas pre-racionales. Bien
mirado el asunto, sin embargo, su incapacidad para explicar la vida nos habla
simultáneamente de su capacidad de comprender que el fenómeno de la vida era
algo muy por encima de todo lo demás. Aunque en otros asuntos evitaban el
lenguaje de la religión de su tiempo, llamaron "dios" a la substancia primera, a
la arjé que creyeron descubrir. Así lo hizo Anaximandro con su "apeiron"
y Anaxímenes con su "aire". Se atribuye a Tales la frase: "todo está lleno de
dioses".
Pero había otra razón para que aquellos primitivos científicos siguiesen
pensando en la substancia común como ser viviente; ignorando el problema de la
causa primera (por lo que Aristóteles los consideró "indolentes") no se
preocuparon de explicar por qué la substancia común que todo lo unifica
se fue haciendo otras cosas: piedra, niebla, pájaro. La substancia común como
ser viviente suple la "indolencia" porque por viviente explica su propio
movimiento, sus propios cambios.
Los jonios creyeron que la pregunta importante era ¿de qué están
hechas todas estas cosas? Respondieron con una materia común que perdura
a pesar de los aparentes cambios. Por eso se les puede llamar "materialistas",
pero con un sentido distinto al que ese adjetivo tiene ahora. En el lenguaje
moderno designa a la persona que ha escogido entre materia y espíritu como causa
última de las cosas y niega a lo espiritual todo poder causativo. El marco
mental de los jonios era otro: su materia estaba dotada de espíritu y vida.
Esta concepción de unidad entre materia y espíritu fue creando problemas y
tensiones a medida que se desarrollaba el pensamiento griego; hubo que irle
asignando más y más atributos espirituales a la materia, incluido el
pensamiento, hasta que la unión se volvió intelectualmente insostenible y la
mente de los griegos separó al espíritu de la materia.
Los Pitagóricos, la Forma.
Aunque filosofan también sobre el universo, su motivación no es la curiosidad
científica, como fue el caso de Los Jonios, sino mejorar la vida de los hombres.
De hecho, constituían una hermandad religosa. La había fundado Pitágoras hacia
el año 530 a.Xto. cuando salió de su isla nativa de Samos y se fue a Crotona en
el sur de la actual Italia. El hecho de que Pitágoras proviniera de Samos,
también en el oriente griego, asegura el enlace con el pensamiento de los
Jonios. Aunque sus discípulos fueron perseguidos y dispersados por razones
políticas, en el siglo V encontramos sus comunidades en varias partes de Grecia
y el pitagorismo, como escuela, tuvo larga duración.
Como los Jonios, creían que el universo en su totalidad era una criatura
viviente. El aire o aliento no sólo rodea el universo sino que
impregna todo y le da vida. Ese mismo aire o aliento da vida a las
criaturas vivientes individuales. El aliento o vida del hombre y el aliento o
vida del universo infinito y divino eran esencialmente lo mismo. El universo era
uno, eterno y divino. Los hombres son muchos, divididos y mortales. Pero la
parte esencial del hombre, el alma, no es mortal porque es un fragmento
del alma divina, separada y aprisionada en un cuerpo mortal.
El fin del hombre es librarse de la corrupción del cuerpo y,
convirtiéndose en espíritu puro, volver a unirse al espíritu universal. Mientras
no lo consiga, el alma se irá reencarnado repetidamente no sólo en cuerpos
humanos sino también en otros seres. El hombre, pues, es pariente de todo
lo demás. Más aún, todo tiene una relación de parentesco con todo. Este
principio fundamental del pitagorismo viene de antiguas creencias similares a
las que los antropólogos han encontrado en otros pueblos primitivos. ¿Qué tiene
que ver esto con filosofía?
Pitágoras, ciertamente filósofo, introdujo el modo filosófico cuando explica
el camino de la purificación y unión con lo divino. El camino de los otros era
de ritos externos. El de Pitágoras, aunque conserva los ritos, insiste en la comprensión de la
estructura o forma de las cosas buenas.
El estudio de los seres vivos individuales nos lleva a la comprensión de que son
organismos, es decir, sus partes no son partes sueltas sino partes
estructuradas, subordinadas al fin de mantener vivo al todo (la palabra
griega organon significa instrumento). La vida plena y eficaz depende de
la organización. Así es el mundo. El mundo es bueno y vivo y divino porque es un
todo organizado y sus partes obedecen a un orden. La forma del
mundo es ordenada.
Para Pitágoras, sólo lo limitado puede estar sujeto a un orden. Dicho
de otra manera, sólo lo limitado puede tener partes relacionadas entre sí,
subordinadas las unas a las otras. De ahí que lo limitado es bueno, y lo
ilimitado es malo porque no puede ser ordenado. Llamó al mundo kosmos ,
palabra intraducible que mezcla referencias a orden, correspondencia y
belleza.
Si el fin del hombre es irse convirtiendo en espíritu puro para identificarse
con el kosmos viviente, el camino es estudiar cómo actúa
y cómo
es ese kosmos. Este conocimiento capacita al hombre para ser un kosmos en pequeño,
imitando la estructura, la forma, el orden del universo.
Al mismo tiempo Pitágoras hizo considerables progresos en matemáticas. Tal
vez el que más influyó en su modo de pensar y a la vez confirmó ese modo de
pensar, fue descubrir que los intervalos de la escala musical podían expresarse
con razones aritméticas entre los números 1, 2, 3 y 4. La ilimitada variedad de
posibles sonidos, sometida al límite y orden de los números, se transforma en
música. Ejemplo perfecto de lo que acontece en el universo.
Por tanto, para explicar el mundo en que vivimos no hay que buscar la materia
de que está hecho, pues es común a todo, sino la estructura, la forma de cada cosa.
El foco de atención se ha desplazado de la materia a
la forma. ¿Pero qué conceptos o palabras están a disposición de Pitágoras para
expresar esa variedad de formas? El había logrado expresar algunas de ellas con
números y tal vez por eso dijo que "las cosas son números".
El problema del movimiento
Hasta ahora los filósofos han buscado algo permanente para explicar el mundo
en que vivían, a lo que Pitágoras ha añadido el orden y la armonía. Pero,
mientras los atenienses avanzaban hacia su democracia, el pensamiento griego en
general también se desarrollaba y ya no resultaba natural aceptar una única
substancia material como principio de todo. Además, las explicaciones que daban
de la variedad de las cosas, de sus cambios y movimientos, no parecían
convincentes. Surgieron así nuevos filósofos que trataron de responder a esas
preguntas.
Hacia finales del siglo VI o comienzos del V, Heráclito (544 a.Xto.- 484 a.Xto.)
contradice todo lo anterior afirmando que nada es permanente y no existe
armonía. Lo que vive, vive por la destrucción de otra cosa. El fuego vive por la
muerte del aire. Lo que parece armonía es tensión de opuestos. La base del
equilibrio es la lucha; la lucha es buena en sí puesto que es la fuente de la
vida. La arjé (principio) ya no es agua o aire o apeiron sino
devenir puro, mero fluir.
El fuego proporciona una especie de símbolo del mundo. Es la mejor expresión
de sus dos principios centrales: 1) todo nace de la lucha y 2) todo está en
constante flujo. El fuego vive consumiendo y constantemente cambia de materia.
Como así es el mundo, podemos decir que es una especie de fuego.
La respuesta que da Parménides (540 a.Xto.- 470 a.Xto.) es exactamente la
contraria a la de Heráclito y un regreso a la materia única: los cambios y la
variedad de las cosas del mundo tienen una explicación: son pura ilusión. El
movimiento es imposible. La realidad es una substancia simple, inmóvil e
inmutable.
¿Cómo llega Parménides a tan extraordinaria conclusión? Para entenderlo
recordemos de nuevo la pobreza de instrumentos de la mente con que estos
pensadores se van abriendo paso. Aquí el problema es fundamentalmente gramatical
con repercusiones lógicas.
En griego, el verbo ser significa existir. Parménides tomó esto muy en serio.
Decir que una cosa es tal cosa, es decir que existe. Por tanto,
decir que el aire se convierte en agua es una mentira y un disparate porque si
ya no es aire ya no existe y el agua, que no era, no existía. Si
aceptamos el cambio aceptamos que lo que es se convierte en lo que no es, lo que
existe en lo que no existe. Tampoco existe el movimiento, porque si existiese
movimiento existiría espacio vacío, pero espacio vacío sería lo que no es, lo
que no existe.
El mundo real, por tanto, es un algo inmutable e inmóvil. ¿Pero no nos dicen
lo contrario los sentidos? Sí, y es pura ilusión. Sólo la mente capta la verdad.
Parménides fue el primero en exaltar lo inteligible a expensas de los sensible y
pone, así, a los griegos en la senda del trabajo abstracto de la mente sola,
senda para la que los griegos dieron muestras de bien dotados. Pero el
desinterés de Parménides por los fenómenos de los que nos informan los sentidos,
puso a la ciencia europea según opinan algunos en un camino equivocado y que
duró más de mil años.
El pensamiento de Parménides influyó por mucho tiempo a través de lo que se
ha llamado la Escuela Eleática. Pero, por otro lado, el sentido común de otros
griegos se rebeló contra la exclusividad de la razón y trató de salvar el mundo
del que nos informan los sentidos.
Para Empédocles (492 a.Xto. - 432 a.Xto.) la arjé eran cuatro elementos
que él llamaba "raíces" (raíces de todo lo demás): la tierra, el agua, el aire y
el fuego. Las combinaciones diversas de estas cuatro raíces explicaban la
diversidad de las cosas. Vuelve, pues, siguiendo a Pitágoras, a la importancia
de la estructura o forma de las cosas.
Cada una de las cuatro raíces son algo último e irreductible. Ni nacen ni
perecen. De ellas se desprenden partecitas que, juntándose con partecitas de las
otras, hacen combinaciones nuevas. Lo que los hombres llaman aparecer y
desaparecer es este mezclarse y separarse de las partes. El devenir, por tanto,
es un mero cambio de lugar de las partes o elementos constitutivos. "Aun cuando
no fueran verdaderos elementos los que él tomo por tales... mérito será siempre
de él haber tenido con exactitud la idea de elemento."(2)
Pero ¿qué hace que estas "raíces" se combinen de diversa forma? Por primera
vez se piensa gran paso hacia la verdad que debe haber una causa motriz,
distinta e independiente de la materia de que están hechas las
cosas. El cree necesario aceptar que son dos causas motrices, como dos fuerzas,
que llama "amor" y "lucha". Fuerzas como de atracción y repulsión. El "amor"
hace que los hombres hagan el bien; la "lucha" hace que hagan el mal. Por ser
estas fuerzas distintas de la materia de las cosas, ¿estamos ya dando también el
paso del reconocimiento de que existe algo que no es materia? Por la forma de
hablar de Empédocles no parece que su concepción de estas fuerzas sea de algo no
material.
Este nuevo paso lo da Anaxágoras, (500 a.Xto.- 428 a.Xto.) quien vivía en Atenas
en tiempos de Pericles. No sólo afirma con Empédocles que debe haber una causa
motriz distinta e independiente de la materia de que están hechas las cosas,
sino que añade que esta causa motriz no es materia, es espíritu y gobierna al mundo, le da orden.
El paso conlleva un doble avance: 1) Ser no significa siempre ser material;
la inteligencia de Anaxágoras descubre un nuevo modo de ser: el ser
espiritual. 2) Puesto que el espíritu gobierna al mundo, lo somete a un orden,
el mundo y sus cosas tienen un propósito; es lo que más tarde se llamará
causa final; además de buscar la causa motriz hay que buscar también la causa
final, la que descubre el sentido, el propósito, la orientación de las
cosas.
Comenta Aristóteles: "...cuando alguien (Anaxágoras) dijo que al igual que
ocurre en los animales había también en la Naturaleza una inteligencia, que era
la causa del mundo y de todo el orden de las cosas, pareció sobrio y prudente en
comparación de los antiguos, amigos de decir cosas banales"(3)
¿Es este el comienzo de la aceptación de un Dios que gobierna el mundo
racionalmente y al que se le conoce porvía racional? Sócrates y Platón reprochan
a Anaxágoras por afirmar que el espíritu es la causa primera de todo y luego
olvidarse de ese espíritu tratando de explicar todo como si no existiese. En ese
sentido el paso de Anaxágoras no tuvo trascendencia.
Un tercer esfuerzo por salirse de la camisa de fuerza impuesta por Parménides
es el del grupo de los llamados atomistas, del que Demócrito (460 a.Xto. - 370 a.Xto.)
es el más conocido. En vez de las cuatro "raíces" de Empédocles,
Demócrito presume que el mundo en que vivimos está hecho de unas partículas
mínimas, tan mínimas que no sólo no podemos verlas sino que no pueden ser
partidas (por eso las llamó "a-tomos", impartibles). Se mueven a gran velocidad.
Todas son del mismo material indestructible, pero tienen diversos tamaños y
formas. La diversa combinación de ellas explica los diversos seres que nuestros
sentidos perciben. Cuando más apretadas entre sí, más sólido el objeto que
constituyen.
¿Qué es lo que captan nuestros sentidos? Las cosas dulces están formadas por
átomos lisos que agradan a nuestra lengua cuando la tocan; las agrias, en
cambio, por átomos punzantes. Los colores provienen de la forma y posición de
los átomos que reflejan la luz que les llega; la luz es también hecha de átomos
pero particularmente finos y veloces. Los objetos emiten como unas películas
(también de átomos) que conservan la forma del objeto al moverse en el espacio
y, al tocar el ojo, "vemos" el objeto. Los átomos más sutiles y volátiles hacen
las almas de animales y hombres. Todo es materia y todo el conocimiento de los
sentidos queda reducido al tacto.
La presuposición de átomos moviéndose velozmente obliga a Demócrito a aceptar
que existe el vacío en el que se mueven los átomos. Pero si todo lo que existe
está hecho de átomos, ¿cómo existe el vacío? Demócrito recurre a una paradoja:
"Lo que no es, existe lo mismo que lo que es". ¿Por qué se mueven los átomos?
Responden diciendo que un movimiento causa al otro. Aristóteles no se quedará
satisfecho con esa respuesta y señalará que los atomistas escamotean el problema
del origen del movimiento en su conjunto.
Por admirables que hayan sido estos primeros esfuerzos de la razón humana
para entender el mundo, no podemos ignorar que dejaban al hombre corriente en un
estado de confusión. "El hombre corriente se hallaba ante el dilema de creer,
con Parménides, que todo movimiento era ilusión y la realidad un todo inmóvil, o
de 'salvar los fenómenos' (como tenían la insolencia de decir los otros)
aceptando como realidades únicas los átomos los átomos invisibles, incoloros,
inodoros, áfonos y el vacío. Ninguna de las dos teorías era satisfactoria ni
particularmente creíble. De todos modos, si se creía a los físicos, entonces lo
que ellos llamaban la physis o naturaleza real de las cosas era algo
extremadamente remoto del mundo en que nos parece vivir. Si estaban en lo
cierto, la naturaleza del mundo real resultaba de muy poca importancia para el
hombre que tenía que tratar todos los días con un mundo completamente
distinto."(4)
Se fue perdiendo el interés intelectual por la physis y la curiosidad
de los filósofos se va orientar hacia la vida humana misma, hacia los problemas
de la convivencia, de las leyes y del gobierno. Al fin y al cabo eran los
problemas que interesaban a muchos griegos desde antes de Tales, problemas a los
que había dado sabias respuestas prácticas Solón en Atenas, y a los que fueron
dando sus respuestas otros políticos para bien o para mal de sus
conciudadanos.
Desde los tiempos de Heráclito y Parménides Grecia estuvo en guerra con
Persia bajo la dirección de Esparta. Curiosamente, vencida Persia, no es Esparta
sino Atenas la que surge como ciudad principal. Atenas avanza hacia su
democracia y entra a un período de gloria de su arte, invita a las otras
ciudades a formar la Liga de Delos con el propósito de prepararse para una
posible nueva guerra con Persia pero la Liga resultó siendo el instrumento del
gobierno ateniense la asamblea de sus ciudadanos libres para oprimir a las
otras ciudades. En el momento en que ahora estamos detenidos está a punto de
comenzarla Guerra del Peloponeso entre Atenas y Esparta.
Obviamente, los filósofos tendrán nuevos temas de qué ocuparse.